Salía del trabajo y cuando estaba cerca de mi casa lo vi parado frente a un carro repleto de frutas y verduras multicolores y oxidadas,
con “esa” mirada.
Me atrevería a decir que tiene 68 años.
Tiene la piel como una pasa de uva, curtida por el sol de
lunes a lunes.
Un aliento a vino picado, sus manos, que siempre están
marrones con las uñas sucias desde hace mucho, su ropa que huele a alcohol destilado y a orina de semanas, su gorra de alguna pinturería
y sus zapatos rotosos, me recuerdan que el viejo sólo trabaja para tomar y
comer uno que otro sanguchito en esos bares de mal vivir.
Las viejas lo miran mal, los viejos en cambio, lo
entienden y a veces se atreven a seguirle la charla por algún instante.
Es Don Miguel. El verdulero del barrio, que siempre estuvo
medio loco, pero ahora está bien perdido.
Siempre me pregunta: ¿cómo va el Rojo, señorita? ¿Cómo anda
su abuelita? ¿Qué me cuenta de su tío? Siempre encuentra en mí un respuesta cordial, porque así me
gusta a mí.
Don Miguel es parte de mi rutina de los viernes (que es
cuando sale a vender, para sobrevivirle al fin de semana)…
Esta vez, se veía más viejo, más loco y menos perdido. Me preguntó otra vez cómo andaba yo, mi abuela, mi tío y me dijo que Independiente ya no se salva (-¡Se van a la B, señorita!-).
Vi al viejo más triste de lo usual.
Esta vez, se veía más viejo, más loco y menos perdido. Me preguntó otra vez cómo andaba yo, mi abuela, mi tío y me dijo que Independiente ya no se salva (-¡Se van a la B, señorita!-).
Vi al viejo más triste de lo usual.
Cansado y mirando a sus verduras, me preguntó: -¿Qué le va a
regalar a su papá?- Yo, que no me acordaba que el domingo era el día del padre
le respondí-: No se Don… un vinito seguramente-.
Al final, sus ojos y mi mundo se inundaron de unas saladas
lágrimas de soledad. Me dijo-: Regálele una sonrisa y un abrazo de buena hija.
No se olvide nunca de su padre, menos si lo tiene vivo, gordito y bien cuidao'. No se olvide como se olvidaron de mí.-Tome señorita,-me regaló una manzana,
la más roja que tenía -tome y acuérdese de mí este domingo, no vaya a ser que
ya no me vea más-.
Me fui de la escena como quien se va de algún bar con
melancolía y angustia… fui comiendo mi manzana jugosa y
pensando en que la soledad, si no es la peor enfermedad del ser humano, es lo más triste que le
pudo ocurrir a este hombre.http://www.youtube.com/watch?v=kdSnNHErabQ
"VOLVER, CON LA FRENTE MARCHITA"
Muy gráfico, mientras leía sonaba por casualidad un tema que hacía de banda de sonido de un corto que iba imaginando..
ResponderEliminarGenial! Hay que cruzar ideas!
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