4.7.15

La sexagésimo novena estaba dormida

Cuando pensé que estaba perdida, sin rumbo, llegaste sin hablarme.
Cuando pensé que no tenía salida, que estaba para siempre encerrada en esta vida, en este lugar... Me abriste las puertas, las ventanas, me sonreíste con la sonrisa que tienen los vencedores, me convenciste de que soy más linda y más poderosa con vos.
Estaba dormida, profundamente y no quería despertar... pero me besaste despacito hasta que abrí los ojos y pude oler algunas flores, treparme alto a los árboles de la plaza, pude correr rápido y sin cansarme. Quise gritar y finalmente pude. Grité hasta quedarme sin voz, hasta que me dolieron las cuerdas vocales!
No me habías dejado sola, descubrí.
Cuando todos me habían traicionado, me habían desilusionado... apareciste y me mantuviste calentita entre tus brazos y me desahogué y estuve, al menos por un rato en un paraíso del que me había olvidado.
Confieso que no sos fácil, tengo ganas de escapar.
Pero voy a intentarlo, voy a dejarme sentir el calor radiante y el vértigo diario de estar sumida en la más preciada libertad.

https://www.youtube.com/watch?v=5azvGKGbEjI

"SLEEPY TIME BABY"

3.3.15

La sexagésimo octava es un sueño

Hay algunos que no sueñan. Viven de la vida, sin construir, sumidos en un mar de ideas que nunca llevan a cabo.
Hay otros que sueñan. Esos son los pocos. Los que sueñan viven construyendo castillitos de arena que el mar destruye.
Los que no sueñan, quieren que los que sueñan no construyan más castillitos... es feo no poder construir... nada.
Los que sueñan, siempre empiezan soñando sueños básicos y terminan creyendo en ideas de revolución social, cambio mundial y bienestar generalizado.
Los sueños más utópicos son los que se han logrado sin prisas pero sin pausas.
Deseo que tus castillos se los lleven el mar de la pasividad, de la desconfianza o de la pereza. Siempre está bueno soñar, crear y recrear hasta ya no vivir más.
Los sueños utópicos son los que se persiguen hasta alcanzar.

https://www.youtube.com/watch?v=tbU3zdAgiX8

"ALL I HAVE TO DO IS DREAM"

7.2.15

La sexagésimo séptima es el paraíso

-Pará... ¿Qué? Repetime...
- No... no. Nada, nada.
-No, dale, por favor.. ¿Qué?
-Nada... eso. Que te amo.
-Ay... de nuevo. Dale, de nuevo.
-No, no... Ya no.
-De nuevo
-Te amo
-De nuevo
-Te amo
-De nuevo
-Te amo
-De nuevo
-Te amo
-De nuevo
-Te amo
-De nuevo
-Te amo
-De nuevo
-Te amo
-De nuevo
-Te amo
-...
-Te amo... Yo también te amo.
Me sonríe y yo también. Se ríe y yo también. Me besa y yo también... De ensueño, de cuentos de hadas... Me quiere y yo también. Me ama y yo también...
"De nuevo" y otra vez... Te amo.
De nuevo, para siempre.

https://www.youtube.com/watch?v=S-cbOl96RFM

"IN HEAVEN"

27.6.14

La sexagésimo sexta recuerda

Soy presa fácil de las lágrimas que arrebatan mis sonrisas incipientes que otros me sacan con tirabuzones.
Mi sonrisa fresca de niña quedará para siempre oculta en alguna cámara con fotos de tiempos añejos de felicidad.
Expreso el recuerdo de cosas vividas que sólo yo se cómo se vivían y la felicidad que me quedaba adentro... sin nada más que hacer sino vivirla.
Para nada soy una ganadora, que sabe cómo jugar sus cartas sin que nadie salga herido. Pero he tratado de hacer lo mejor, de querer y poder una y mil veces hacerlo bien.
Hoy me quedo con los dulces recuerdos del amor que fue y no será más. El amor de verdad, el que da sin recibir y que no pregunta.
Me quedo con todos los abrazos que me dio sin pensar en otras cosas, en los besos profundos... los besos.
Los mensajes, los mails, los carteles, las cartitas, las presumidas adolescentes y con todo lo material que me recuerda y me revive de a poco.
Me quedo con esta melancolía de día lluvioso, recordando aquellos días en los que decir "te amo" no era complicado, no era un derecho ni un deber. Me quedo con cada pedacito de piel que toqué, que besé y que ahora no me pertenece.
Si esto fuera una canción le pondría una melodía alegre porque los recuerdos serán lo mejor que me ha quedado de toda esta historia.
La nostalgia está escribiendo estas palabras por mi, porque por ahora yo no puedo hacerme cargo. No por cobarde... sino porque todavía no puedo darme cuenta de lo que quedó atrás, tan sepultado.

https://www.youtube.com/watch?v=q4bNdAXmmPc

"QUÉ MARAVILLOSA FORMA DE EMPEZAR EL DÍA ENROSCANDONOS..."

17.4.14

La sexagésimo quinta es un pueblo anuciado

Fui tan al norte como pude. Tan al norte que me perdí. Encontré un pueblo que era nada pero era todo. Me sentí representada, pero sabía que representaba  todo el mundo también. Hacia el oriente está la sierra impenetrable, y al otro lado de la sierra la antigua ciudad de Riohacha, al sur están los pantanos, y el vasto universo de la ciénaga grande… Estoy en Colombia, descubrí.En una vieja e inhóspita estación me bajé del tren con la sensación de haberme encontrado perdida en este pueblo, del que nunca más saldría. Había un cartel herrumbrado que gritaba: Macondo.Un pueblo con casitas con techos de zinc, veredas de tierra, un lugar caliente y lleno de moscas. Increíblemente, en ese momento, caían pájaros muertos del cielo. Macondo está lleno de historias… ¿fantásticas? El pueblo estaba diezmado por las guerras entre liberales y conservadores. Vi que la gente no era feliz y que vivían atormentados por los zancudos, el calor agobiante, el pasado, el olvido y la muerte.Un tal José Arcadio Buendía me contó, a duras penas - porque ya estaba cansado de hablar con los que llegaban de a goteras al lugar-, que Macondo fue fundada por su expedición, que la conformaban varios amigos, sus esposas, hijos, animales domésticos y toda clase de utensilios.Buendía me dijo: “Mi objetivo era cruzar las montañas en dirección al oeste en busca de una salida al mar; pero después de 26 meses de andar deambulando, decidimos quedarnos en este lugar. Era de noche y soñé con una cuidad ruidosa con casas de paredes de espejos cuyo nombre era: Macondo.” Pacientemente me explicó: “El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.Era una aldea con poco más de 300 habitantes, todos felices y no había cementerio, porque nadie había muerto.” Pero, como todo, Macondo cambió: la llegada de los gitanos al pueblo fue un verdadero desastre, con sus artificios que hicieron que los Buendía nazcan, vivan y mueran lindando entre la pobreza, la miseria y los acontecimientos increíbles.Señor lector, se imaginará que para mí, esto seguirá siendo nuevo, no importa cuántas veces lo relate, cuántas veces lo comente o lo imagine. Estaba yo inmersa en un universo paralelo, que a la vez me hacía sentir en casa.Los habitantes estaban arruinados, todos con la piel quemada por el sol ninguno tenía menos de diez años ni más de ciento cincuenta.Una buena mañana, caminaba por esas angostas callecitas, mientras mis pies se llenaban de arena o zinc y mientras mis oídos trataban de acostumbrarse al extraño sonido de los tiros de cañones o rifles, vi un episodio interesante: un hombre, como un fantasma, atado a un árbol, en el fondo de su casa, sumido en su locura, delirando (o no) y rezando incansablemente el nombre de Melquíades. Me pregunté quién era este personaje, quién había enloquecido a este pobre hombre, ¡¿cómo había pasado?!Aquél hombre desquiciado, era el fundador del pueblo… sí: José Arcadio Buendía el representante de las mentes científicas en Macondo, que llevó a la ruina a su familia por invertir en sus intentos de convertirlo todo lo que veía en oro a través de la ciencia mitológica de la alquimia y otros proyectos que no tenían sentido para su pueblo.Pasó sus últimos o sus primeros días de vida y muerte en un laboratorio construido por él y para sus descubrimientos como que “la tierra es redonda como una naranja”.Lástima que por aquella época, una horrible maldición cayó sobre Macondo: la peste del insomnio, que llevó a que todos sus habitantes dejen de dormir y consecuentemente, olvidaron sus nombres, personas y hasta su propia identidad.Averiguando sobre los rezos de José Arcadio, lo primero que me enteré es que el vasto cementerio que antes no existía en el feliz Macondo fue construido para enterrar al primer muerto del pueblo: Melquíades.Este personaje, no más raro que todos los demás, era un gitano que introdujo a toda su comunidad el sánscrito, el imán y el hielo.Poco a poco, los macondinos fueron perdiendo su identidad y se introdujo el mal con ello. Todo fue distinto, las mujeres ya no se ocupaban de sus hogares y los hombres no salían a conseguir el pan, todo eso formaba parte de un pasado absurdo, peripatético. Así fue como me convencí de que la llegada de los gitanos había sido una desgracia: el lugar tranquilo y pacífico, se tornó en un lugar misterioso, trayendo a los ciudadanos diariamente sucesos inexplicables de los que yo era partícipe también: milagros, dolor, tristeza, diálogos con espíritus.Los macondinos descubren el progreso con el comercio y con eso las armas y la necesidad mundana de luchar por el honor y con él las guerras se establecen en el pueblo que todos los días era diferente, tanto, que los habitantes se levantaban todos los días a re-conocerlo.Los forasteros llegaron con los años y con los trenes, pero ya no eran gitanos con sus hallazgos, sino norteamericanos con la compañía bananera que terminó de destituir la felicidad del pueblo, llegaba con los bananos la edad de trabajar sin fin con ningún fin.El pueblo se separó por la primera y única línea de tren, que fue por la que yo llegué. Y las casas se convirtieron también, ahora son de zinc, con ventanas metálicas, mesitas blancas en las terrazas, ventiladores colgados en el cielorraso para pelear con el insoportable calor y las molestas moscas y una extraña malla metálica en donde los pájaros muertos revotaban al caer muertos que parecía un gallinero muy extenso.Los incestos hicieron que todo empeore y la naturaleza descargó todas con todas sus fuerzas la desgracia para el recóndito pueblecito.Yo pude presenciarlo… El comienzo del final de unos cien o más años de soledad, sin comienzo ni final.Pero antes de empezar con el final, debo contar que extrañas cosas me sucedieron en mientras estaba en Macondo: una lluvia de flores, un diluvio que casi arrasa con todo y que duró cuatro interminables años.Ascensiones en cuerpo y alma, alfombras voladoras, viejos que procreaban sin escrúpulos, personas con más de un centenar de años, curas locos que aseguraban haber visto el demonio unas tres veces y hasta mujeres desalmadas que prostituían vírgenes unas ochenta veces por día.Pude apreciar con espanto cómo el último de la estirpe de los Buendía fue devorado por las hormigas. Ese niño fue fruto de un incesto y como decían los últimos sobrevivientes del pueblo: “ese engendro saldrá con cola de chancho”.Espantada por el olor a ese cuerpito devorado por las hormigas, esa sensación de tornado por venir y ese viento que no me dejaba ver absolutamente nada porque la arena estaba levantándose, me alejé… tan rápido como pude, sabiendo que yo no era parte de Macondo y que nunca lo había sido; sus habitantes habían dejado de verme, ya no me notaban, ya no me percibían.Me tomé ese tren salvador, caliente y sucio. Recorrí corriendo las callecitas de Macondo, sacudidas por el horror, por el miedo, por la soledad. Di una última mirada hacia atrás: lo vi todo, el viento llevándose con todas sus fuerzas lo único que quedaba… la nada.Recordé por esas casualidades de la vida en Macondo, que el último paso era el regreso a lo primero a eso primero que era la inexistencia: “la cuidad de espejos […] sería arrasada por el viento y desterrada de la  memoria de los hombres”Me vine para acá sin dejar nada y dejándolo todo en ese pueblo imaginario para muchos o real para todos. Estoy al norte, cada vez más al norte y con más calor, con más sudor y lágrimas, fantasmas y realidades.Así fue como todo lo que algún día fue fundado entre la nada se convertiría en la nada misma.Señores, esto no es producto de mi imaginación, yo lo recuerdo todo como si fuera ayer, como si fuera hoy. Mi pasado es mi remoto presente, pero es irreal y es soledad como Macondo mismo.Cualquier parecido a la realidad no es pura coincidencia.                                                       

      https://www.youtube.com/watch?v=6OwXbaT02B0
      "ME IMAGINO Y VUELVO A VIVIR"

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16.3.14

La sexagésimo cuarta es un no

El poderoso monosílabo que corta con las más serenas sonrisas, los más cruentos planes, los amoríos más bellos que puedan existir.
Sin querer, el poderoso efecto que produce va destruyendo de a poco y con mucho dolor los planes de vida, las misteriosas coincidencias, las ilusiones que hace años existían en las cabezas de quinciañeras soñadoras.
El despótico sonido quiere decir algo más que sólo eso. Quiere terminar, arrollar, matar cualquier placer prohibido, engendrando rencores y mucha soledad.
Con sólo pronunciarlo, una serie de pequeñas muertes van dejando a su paso cadáveres de caricias empeñadas en hacerse realidad, orgasmos esperando a ser sentidos, besos que buscan una boca sedienta.
La muerte, mi amiga expectante y sedienta es el no hecho realidad.
 Es el negarme el color brillante de las margaritas, mi flor preferida, la falta del aroma del primer mate que impregna mi casa por las mañanas, el no poder escuchar mis canciones tristes, la traición de no poder tocar nunca más su piel y la carencia de su perfume que me enloquece hasta sonreír...
La muerte, es un no. El no, es el mejor enemigo del hombre.

https://www.youtube.com/watch?v=In0AwpIPtZQ

"QUÉ SOLO Y TRISTE VOY A ESTAR EN ESTE CEMENTERIO"


7.2.14

La sexagésima tercera es Don Miguel

Salía del trabajo y cuando estaba cerca de mi casa lo vi parado frente a un carro repleto de frutas y verduras multicolores y oxidadas, con “esa” mirada.
Me atrevería a decir que tiene 68 años.
Tiene la piel como una pasa de uva, curtida por el sol de lunes a lunes.
Un aliento a vino picado, sus manos, que siempre están marrones con las uñas sucias desde hace mucho, su ropa que huele a  alcohol destilado y  a orina de semanas, su gorra de alguna pinturería y sus zapatos rotosos, me recuerdan que el viejo sólo trabaja para tomar y comer uno que otro sanguchito en esos bares de mal vivir.
Las viejas lo miran mal, los viejos en cambio, lo entienden y a veces se atreven a seguirle la charla por algún instante.
Es Don Miguel. El verdulero del barrio, que siempre estuvo medio loco, pero ahora está bien perdido.
Siempre me pregunta: ¿cómo va el Rojo, señorita? ¿Cómo anda su abuelita? ¿Qué me cuenta de su tío? Siempre encuentra en mí un respuesta cordial, porque así me gusta a mí.
Don Miguel es parte de mi rutina de los viernes (que es cuando sale a vender, para sobrevivirle al fin de semana)…
Esta vez, se veía más viejo, más loco y menos perdido. Me preguntó otra vez cómo andaba yo, mi abuela, mi tío y me dijo que Independiente ya no se salva (-¡Se van a la B, señorita!-).
Vi al viejo más triste de lo usual.
Cansado y mirando a sus verduras, me preguntó: -¿Qué le va a regalar a su papá?- Yo, que no me acordaba que el domingo era el día del padre le respondí-: No se Don… un vinito seguramente-.
Al final, sus ojos y mi mundo se inundaron de unas saladas lágrimas de soledad. Me dijo-: Regálele una sonrisa y un abrazo de buena hija. No se olvide nunca de su padre, menos si lo tiene vivo, gordito y bien cuidao'. No se olvide como se olvidaron de mí.-Tome señorita,-me regaló una manzana, la más roja que tenía -tome y acuérdese de mí este domingo, no vaya a ser que ya no me vea más-.
Me fui de la escena como quien se va de algún bar con melancolía y angustia… fui comiendo mi manzana jugosa y pensando en que la soledad, si no es la peor enfermedad del ser humano, es lo más triste que le pudo ocurrir a este hombre.


 http://www.youtube.com/watch?v=kdSnNHErabQ

"VOLVER, CON LA FRENTE MARCHITA"